Determina el tipo de narrador de cada fragmento e indica una rasgo evidente que lo ponga de manifiesto.
Era una tarde fría y gris, y en la pequeña casa de la colina, Sofía repasaba en silencio las cartas de su madre. Sabía que cada palabra contenía secretos que nadie más había descubierto, pero lo que no podía imaginar era el peso de esas confesiones. Mientras sostenía el papel con manos temblorosas, un pensamiento la invadió: todo lo que creía cierto sobre su familia estaba a punto de cambiar. Afuera, el viento soplaba con fuerza, como si también quisiera desentrañar el misterio. Sin embargo, Sofía aún no estaba lista para enfrentar la verdad que la esperaba.
Era una tarde fría y gris. En la pequeña casa de la colina, repasaba en silencio las cartas de mi madre. Cada palabra parecía esconder un secreto, algo que yo aún no había descubierto. Mientras sostenía el papel con manos temblorosas, un pensamiento me invadió: ¿y si todo lo que creía cierto sobre mi familia estaba a punto de cambiar? Afuera, el viento soplaba con fuerza, como si también quisiera desentrañar el misterio, pero yo aún no estaba lista para enfrentar la verdad que me esperaba.
Era una tarde fría y gris, y desde la sala observaba a Sofía, sentada en la mesa, repasando en silencio las cartas de su madre. Podía ver en su rostro que cada palabra pesaba como un secreto por descubrir, aunque no tenía idea de cuánto podía afectarla. La vi sostener el papel con manos temblorosas y me pregunté si estaba pensando lo mismo que yo: que todo lo que creíamos cierto sobre su familia estaba a punto de cambiar. Afuera, el viento soplaba con fuerza, casi como si compartiera nuestras dudas, pero su mirada perdida me decía que aún no estaba lista para enfrentar lo que venía.
Era una tarde fría y gris. Sofía estaba sentada en la mesa, con un montón de cartas abiertas frente a ella. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía una hoja. Su rostro permanecía serio, con la mirada fija en el papel. Afuera, el viento golpeaba las ventanas con fuerza, produciendo un silbido constante. En la sala reinaba el silencio, roto solo por el crujido del papel cada vez que Sofía cambiaba de página.
EJERCICIO:
Ahora hazlo tú.
Lee el siguente relato y después escríbelo con un narrador omnisciente y con un narrador objetivo.
Hoy desperté con la certeza de que algo iba a cambiar. El aire se sentía distinto, más pesado, como si el mundo supiera algo que yo aún ignoraba. Caminé hasta la ventana y vi un sobre en el alféizar, empapado por la lluvia de anoche. Lo recogí con cuidado y, al abrirlo, encontré una fotografía borrosa de mi infancia. No reconocí el lugar, pero en el reverso había una frase que no olvidaré: "Es hora de volver".
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